KEEP CALM! VUELTA A LA RUTINA
¿Por qué se nos hace todo tan cuesta arriba después de las vacaciones? ¿Es que no aprendemos de un año para otro? Pues parece ser que no. Hay quien más y quien menos pero ninguno nos libramos de ese estado pasajero de melancolía al que llamamos depresión post vacacional.
Según los expertos uno de los principales motivos de este fenómeno es que, como en tantas otras situaciones en nuestra vida, dejamos todo para última hora, y en menos de 24 horas pasamos de la playa a la oficina. ¿Te suena? Es entonces cuando tu cuerpo dice ¡Hey! ¿Qué pasa aquí? ¿Dónde está el sol, la arena y el chiringuito?
Es natural que queramos aprovechar las vacaciones hasta el último día y por ese motivo, una vez que regresamos a nuestro hábitat natural, es necesario que nos adaptemos poco a poco a las responsabilidades para acoplarnos sin padecer una situación de pena o angustia.
En primer lugar es importante que no retomemos la rutina habitual nada más llegar de vacaciones. Acudir a trabajar es más que suficiente. El resto de responsabilidades como cursos, gimnasio u otras actividades deberíamos dejarlas un poco de lado durante la primera semana, para ir adaptándonos de forma progresiva. Es cierto que muchas de estas actividades representan una válvula de escape, pero es mejor que los primeros días dejemos el tiempo libre para disfrutar de él con amigos, familiares y sin responsabilidades.
Una vez estemos acostumbrados al horario laboral es el momento de introducir el resto de actividades cotidianas e incluso comenzar otras nuevas que nos sintamos impulsados a realizar. Durante las vacaciones tenemos más tiempo para reflexionar sobre nuestra vida y sentimos impulso de realizar todo tipo de actividades nuevas: yoga, tocar la guitarra, clases de pintura, pasear a diario, adquirir una mascota,… Si después de una semana en nuestro entorno habitual aún conservamos la ilusión por realizar alguna de esas actividades no dudes en hacerlo. Es la mejor época del año para crear nuevos hábitos.
Algo similar a lo que ocurre con las actividades pasa también con nuestra alimentación. En verano, y más concretamente durante las vacaciones, solemos relajarnos y permitirnos algunos caprichos que ‘nos pide el cuerpo’. No es recomendable pasar de cero a cien en 24 horas al alarmarnos en cuanto subimos de nuevo a la báscula. Nuestro cuerpo en este caso también necesita un período de adaptación. En la mayoría de ocasiones nuestro cuerpo, al ir eliminando progresivamente los hábitos que hemos adquirido en vacaciones como ese heladito o cervecita de más, él por si solo va volviendo a su estado habitual sin necesidad de una dieta estricta. Una dieta sumamente restrictiva de buenas a primeras puede acrecentar esa depresión postvacacional. Así que se puede aplicar la misma regla. Si una semana o diez días después de volver de vacaciones y regresar a tu rutina aún sientes que necesitas esa dieta, entonces es el momento de comenzarla.
¡Ánimo con la vuelta a la rutina! ¡Es momento de reiniciar y aprovechar la energía que hemos acumulado en vacaciones!
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